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Ignorándolo casi siempre, los urbanistas trabajan a partir de la pretensión de que pueden determinar el sentido de la ciudad a través de dispositivos que dotan de coherencia conjuntos espaciales altamente complejos. La empresa que asume el proyectista es la de trabajar a partir de un espacio esencialmente representado, o más bien, concebido, que se opone a las otras formas de especialidad que caracterizan la labor de la sociedad urbana sobre sí misma: espacio percibido, practicado, vivido, usado, ensoñado… Su pretensión: mutar lo oscuro por algo más claro. Su obcecamiento: la legibilidad. Su lógica: la de una ideología que se quiere encarnar, que aspira a convertirse en operacionalmente eficiente y lograr el milagro de una inteligibilidad absoluta. Conceptualización de la ciudad como territorio taxonomizable a partir de categorías diáfanas y rígidas a la vez -zonas, vías, cuadriculas- y a través de esquemas lineales y claros, como consecuencia de lo que no deja de ser una especie de terror ante lo inconmensurable, lo polisensorial, el súbito desencadenamiento de potencias sociales muchas veces percibidas como oscuras.

Manuel Delgado

(Sociedades movedizas, Anagrama, 2007)

 

Las ciudades pueden y deben ser planificadas. Lo urbano, no. Lo urbano es lo que no puede ser planificado en una ciudad, ni se deja. Es la máquina social por excelencia, un colosal artefacto de hacer y deshacer nudos humanos que no puede detener su interminable labor. En cambio, en todo el mundo se pueden constatar las evidencias de que el proceso que se sigue es exactamente el contrario. Se planifica lo urbano -la calle y la vida que se despliegan en y por ella-, pero no la ciudad, que es vendida para que el más feroz de los liberalismo la deprede y haga de ella su negocio. Se estimula la propiedad, pero se restringe la apropiación.

Manuel Delgado

(Sociedades movedizas, Anagrama, 2007)

Parisen bizi naiz

eta parisen bizi naizelako naiz
beste inora ezeko
hementxe dauzkat
txunditzen nauten gauzarik arruntenak
egunero ikasten dut bertan
biharamunean bizitzeko atzendu beharrekoren bat
eta louvreraino joan behar izan gabe
arruntean eztitzen nau ikusgarritasunak
euria hasten duenean
hemen eraso egiten duenean
teilatuak bustitzen baitira aurrena
leihoan gelditzen naiz
arrain ezkatak diren teilei beha
nire damu guztiak kolkoan
euriak inon ez bezala bustitzen du hemen
eta euririk ez denean berriz
zink idorraren hautsa goiak duela kolore
gelditzen naiz etxean
non edo han euripean
elkorrik edo elkarrik doazenez pentsatzen

argiak antzo hitzak lausoan
fou de paris?
si si si!
parisen bizi naiz
marrutxipi izeneko auzoan

Koldo Izagirre

(Parisen bizi naiz, Susa, 2013)

Las ciudades sutiles 4

La ciudad de Sofronia se compone de dos medias ciudades. En una está la gran montaña rusa de ríspidas gibas, el carrusel con el estrellón de cadenas, la rueda de las jaulas giratorias, el pozo de la muerte con los motociclistas cabeza abajo, la cúpula del circo con el racimo de trapecios colgando en el centro. La otra media ciudad es de piedra y mármol y cemento, con el banco, las fábricas, los palacios, el matadero, la escuela y todo lo demás. Una de las medias ciudades está fija, la otra es provisional y cuando su tiempo de estadía ha terminado, la desclavan, la desmontan y se la llevan para trasplantarla en los terrenos baldíos de otra media ciudad.

Así todos los años llega el día en que los peones desprenden los frontones de mármol, desarman los muros de piedra, los pilones de cemento, desmontan el ministerio, el monumento, los muelles, la refinería de petróleo, el hospital, los cargan en remolques para seguir de plaza en plaza el itinerario de cada año. Ahí se queda la media Sofronia de los tiros al blanco y de los carruseles, con el grito suspendido de la navecilla de la montaña rusa invertida, y comienza a contar cuántos meses, cuántos días tendrá que esperar antes de que vuelva la caravana y la vida entera recomience.

Italo Calvino

Las Ciudades Invisibles, Siruela, 2012

(Original en italiano, Le città invisibili, 1972)

La imaginabilidad

Una ciudad muy imaginable (evidente,legible o visible) parecería en este sentido específico, bien formada, nítida, notable; incitaría a los ojos y los oídos a una atención y una participación mayores. La aprehensión sensorial de un contorno así no sólo se simplificaría sino que también se ampliaría y profundizaría. Una ciudad como ésta sería una ciudad que pudiera aprehenderse con el tiempo como una pauta de continuidad, con muchas partes diferenciadas y nítidamente vinculadas entre sí. El observador perceptivo y familiarizado podría en ella absorber nuevos impactos sensoriales sin que se trastornara su imagen básica, y cada nuevo impacto iría a dar sobre muchos elementos precedentes. El observador estaría bien orientado y podría moverse con comodidad. Tendría muy clara conciencia de su medio ambiente.

(Kevin Lynch, The Image Of The City)